EL TOFU MATA (MICROCOSMOS)

Histérica, histriónica, himbécil… uy no. Cuando a alguien se le ocurran más calificativos que empiecen con hache que me lo haga saber. Porque lo que es yo, no doy para mucho más hoy.

Mis preciosas uñas largas desaparecen. Todo el trabajo y la fuerza de voluntad a la mierda por culpa de Compte y su Positivismo del peo. El SueñoUniversalDeLaRazónIlustrada a mi me la pela. Ahora tengo dedos con y sin uñas. Uno sí, uno no, uno sí…

También podría pasar que el corazón me fuese a mil por hora.

Mi peor pesadilla es olvidarme de quitar la voz al móvil y que suene en medio del silencio sepulcral de este, mi hogar: una sala de biblioteca. Y con la canción de «Ranma y 1/2» (que, por cierto, tengo desde febrero, va a ser cuestión de ir cambiándola). Uy, pero que digo… si esto YA HA PASADO. Pero claro, yo, que voy dando vueltas como una enajenada por los pasillos con los tapones y hablando sola porque Teorias no la puedo estudiar sentada que me amargo, ni me doy cuenta. Pero de repente me veo a la pobre Aina, alma cándida, corriendo por el pasillo con mi mochila y el «Yakata yakata», sonando. Mi peor pesadilla la ha vivido ella. Así nunca podré enfrentarme a mis miedos. Luego, como una covardica, dejo las cosas en otra sala, donde están Esther y Vanessa.

Si, es que aquí somos una gran familia. Todos juntitos. Todos los dias. Y mira tu que bien.

También podría pasar que una erasmusita entre en tu habitación a las cuatro de la mañana con el cubo de tender la ropa, lo deje en el suelo y se siente en medio de tu habitación mientras se agarra el vientre y te dice cosas que tu no puedes alcanzar a entender porque:

A. Son las cuatro de la mañana.

B. Duermes con tapones.

C. ¡Una erasmus sentada en el suelo de tu habitación con un cubo de tender la ropa (también utilizado como recipiente de sangría y de vómitos varios)!

¿Qué pretende esta chica? ¿Acaso es Jason? Me incorporo. Me explica. Y yo lo comprendo todo: EL TOFU MATA. No se puede ir a los restaurantes vegetarianos. Peligro. Luego pasa lo que pasa:eurovomitas. O eurolointentas… porque la pobre eurochica ya se había metido los deditos y tomado un café con sal (vaya, esto sí es euro, por lo que se ve). Vale, querida:

A. No vomites enmi habitación ni en el poal porque voy yo detrás

B. Te hago una infusión

C. Besito de buenas noches.

Si es que aquí a cada uno le da por una cosa distinta. Mis compañeras de piso roban el papel del váter en rollos industriales que ponen en los aseos. Pa la saca. Yo arranco carteles y los tiro a la basura. Ahí, malota. No lo puedo evitar, si voy andando arriba y abajo, pasillo va, pasillo viene, no quiero tener que ver artículos sobre el Papa firmados por monjas de clausura ni sobre manifestaciones «por una madre, por un padre; por la libertad» (sic). En fin, que hay que salvar a las familias, que están en peligro…

Así que ya sabes, cada vez que te baje la regla estás matando a un ser vivo. Y manzanas con manzanas (y peras con peras).

Mi contribución a la causa «SalvemosALasFamilias» ha sido contundente:he cojido la gorra blanca (e inmaculada) de la Universidad Católica de Valencia que Ana me regaló (¿¿??) y que, asombrosamente, aún no había tirado a la basura porque se ve que preveía el inminente peligro de la institución sagrada del matrimonio, y he escrito en letras bien hermosas «Salvemos a las Familias» y debajo «No a Todo».

Dios mio, que mal estamos. Esto no debe de ser sano. Sigo mordiéndome las uñas de los dedos índices.

Me arrepiento de haberme partido con la Loca que se reía sola por la biblioteca. Lo confieso, a mi me ha pasado y de paso le he escupido una uña a Aina, alma cándida. Ahora la comprendo: no está loca ni se había tomaso un tripi, símplemente había pasado más horas de la cuenta encerrada AQUÍ. Ana dice que si mañana vengo me va a traer sus pastillas. De esas que toma ella. La droga va a ser la solución para poder escapar de este Microcosmos en el que estoy metida y donde, si nadie lo evita, echaré raices. Me preocupo cuando los de Seguridad discuten o cuando una chica llora hablando con su novio.

Y luego va Alberto y me dice que NO soy una chica para casarse. Demasiado irresponsable. Y vale, no es que tenga yo mucho interés en casarme y salvar a las familias, pero basta con que me lo digan para rallarme.

¿Y por qué no soy una chica para casarse? ¿eh? (no voy a decir para qué me dijo que soy, pero para casarse no era).

– ¿Te puedo pegar?

– Vale

– Jo, pero es que si me dices que sí ya no me gusta.

¿En qué piensa la gente cuando abre los ojos por las mañanas?

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