Una cosa. Últimamente la gente sueña conmigo. Sandra me dijo que me había visto mientras dormía, saltando por un barranco mientras ella, en vano, trataba de salvarme. Y yo me reía le decía que era divertido, que lo probase. Ella lo pasó mal pero por lo que se ve una no puede decir lo mismo. Y es muy curioso porque de pequeña yo solía soñar que me tiraba del balcón de casa de mi abuela, sentía un poco de vértigo al caer y luego me metía por la ventana y aterrizaba plácidamente en mi cama. A mi me parecía gracioso. Como graciosos son los niños, el algodón de azúcar y bailar un vals improvisado por la calle contigo, por absurdo que parezca todo eso. También es gracioso despedirme dramáticamente de vosotros para que nos volvamos a encontrar y alargueeeemos el adiós eternamente. Todavía me queda tiempo para tabular, formatear, ver películas y tomar horchatas con algunos. Yo ya no se cuando es en serio, así que haré como si nos volviesemos a ver durante el verano (guiño).
No es tan gracioso que un ser extraño como Navarra te diga que has aparecido dos veces en sus sueños. Y que luego matice que él nunca sueña con personas y menos con mujeres. Si a esto añadimos que no quiso especificar qué narices hacía yo por ahí en medio y me reprochó que no lo volviese a hacer una, como mínimo, se pregunta qué está pasando. Y como en mi casa hay bichitos feos que aparecen por la noche me voy a casa de Navarra, que también es casa de Alberto, a dormir en la cama del tercer compañero, que es el más vicioso de los tres y que, por suerte, no está en la casa y por lo tanto en su cama. El otro día me traumaticé cuando vine tarde y con hambre a casa: fuí a la cocina y estaba llena de bichitos feos (que nunca salen de ahí) por lo tanto cerré la puerta, no cené, y desde entonces creo que no he vuelto a entrar. Así que gracias a los que me acojeis en vuestras casas. Bueno, la verdad es que, bichos aparte, tampoco me apetece estar sola. Quizá esa sea la razón fundamental. Aunque los bichitos…
Hoy he tenido un despertar agridulce. Lo agrio ha sido que Navarra entre, se siente y se quede mirando fijamente mientras me quito legañas: «me das miedo». Lo dulce, peinarme el flequillo con un tenedor, como LaSirenita.
Dentro de poco ya no habrá ni Navarra, ni VecinoModerno, ni Màxim/Jennifer… Aunque este vivirá con su Mamipato durante el mes de Julio. Y despues puede que muera. O no. Mi madre, por lo pronto, ya me ha recriminado que «de hija solo te tengo a ti». Se ha desentendido completamente cuando le he dicho que tendrá que limpiar su jaula. Traidora y macrobiótica madre. He descubierto, sin embargo, que en realidad la admiro. Bueno, no es que la admire en el sentido más estrico, sino que le reconozco el mérito. No el mérito de aguantarme (que también) sino el de su vida en general. Nada, es algo que pensé no hace mucho.
Como conclusión y despedida pre-verano, solo tengo que decir que encantada de conoceros. Tanto a los que me esperan para tomar helados y poner las cosas en su sitio (ejem) en aquella ciudad con palmeras, como a los que se quedarán repartidos más cerca de Rita Barberá. He descubierto que es bonito intuir que caes bien, pero es mejor todavía que te digan que te quieren, borrachos o no, con timidez o no, siendo más verdad o más mentira. Pones tu mejor cara de tonta, miras hacia abajo y sientes el pecho henchido de orgullo. Dentro de ser «mala persona», algo habré hecho bien.
Porque algunos son como mutantes, que cambian y cambian pero te dejan participar. Y otros como los bichitos de mi cocina, que salen de la nada, cada vez son más grandes y no se irán nunca.
P.D. Mi intención inicial no era compararos con mutantes y bichos, pero mira… una empieza y no sabe donde acaba.