PARA NENAZAS

Andrea se despierta de la siesta y dice, vale, a la ducha. Te vas a la playa pero no importa, debes ir limpia y aseadita. Uy, vete a poner música mientras ¿Abba? Pues Abba. Música superficial para que el ánimo no decaiga. Ei, y que no lo hace, que tiene muchisimas ganas de ir esta noche y por eso canturrea mientras se mete bajo el agua y lo sigue haciendo mientras doma sus rizos veraniegos (porque en otoño, invierno y primavera puede evitarlos y de hecho lo hace). Llega Helene y también canturrea porque ella se las sabe TODAS. Andrea se da cuenta de que su preferida es «Gimme!Gimme!Gimme!» y que «SouperTrouper» es cutrísima. Bueno, por eso precisamente le gustan. Se pone el cinturón de chinitas porque sabe que ni a Ana ni a Meliès les gusta, y se coloca la chapa de MariTéCampos porque a Lydia sí le gusta (en la medida en que a una persona normal le puede gustar una chapa semejante). Helene le dice que va guapa, gracias nena. Mira el reloj, llega pronto. Vueltas y vueltas. Es la hora, pero se sienta «hasta que acabe la canción», mentira claro porque ahora empieza otra… está contenta pero no quiere salir de su casa. Salir significa la promesa de una gran noche, pero resulta que es la última, por lo tanto es también la promesa de cosas más complicadas que ella procura evitar hasta el último momento. Inquieta. Si sale por la puerta también Helene se irá mañana y ella se quedará sola con Abba y eso ya no tiene gracia. ¿De verdad eres tan valiente? Vale, pues allá va.


Se produce ahora en el relato una elipsis espacio-temporal en la que Andrea reaparece en la Facultad donde mete 50 céntimos y le salen dos botellas de agua: «Me ha pasado algo maravilloso». Retrasos, olvidos, discusiones a la hora de comprar, comentarios post-examen… deliciosamente cotidiano.


El discurso se articula ahora mediante sumario, donde las imágenes se comprimen y pasan una detrás de otra sin orden aparente con un cierto toque onírico dado por la banda sonora, donde escuchamos palabras como «baduino», «Darwin», «fotosíntesis», «orgasmo», «familias» o «palomain». Una ¿trucha? muerta en la orilla, un profesor al cual matar, una sesión de fotos, unas cuantas más bien, un cantante, una fresa, un tampón que lucha por salir. Mosquitos asesinos. Gente que poco a poco se va llendo.


Un beso de despedida, y otro y otro. Uy, y vinga el plor.


Por la mañana, más de lo mismo. Le adivinan el pensamiento y le regalan algo que ya no tendrá que comprar por si misma, un diario con objetivo francés. Así es más especial. Andrea odia las despedidas porque no sabe que cara poner.


Pues no te queda guapa.  


Sin embargo, está deseando abrir el diario y empezar a escribir, y rellenar las hojas blancas con cosas que todavía no han pasado. Pero para eso no es el momento todavía.


«Today your love, tomorrow the world»

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