VISTA PRELIMINAR

Desde siempre y debido a que mis biorritmos están fuertemente adaptados al calendario escolar/universitario, el año dura lo que dura un curso academico. No hay mas. Nochevieja es solo puro teatro porque no siento que nada empiece. Ni punto de comparación con cuando voy a los chinos a comprarme bolis de estreno, eso sí es empezar una etapa porque tiro los viejos (aunque estén para usar) y adquiero unos nuevitos del todo. Y miro los horarios y pongo pegatinas en las fundas con cada una de las asignaturas. Es el inicio de algo. El verano es, por tanto, un largo letargo caracterizado por el alcohol (mucho), el calor, las siestas y un cierto aburrimiento. En mis veranos basicamente no pasa nada: son como un limbo, estoy pero no estoy.


Este verano ha sido/es diferente, por lo corto y por lo intenso. No he hecho nada especial y no he parado quieta. Entre fiestas de disfraces, burocracia, lecturas y Sexo en N.Y. Sin pausa y sin prisa.


He tenido dos fiestas de disfraces. En la primera iba disfrazada de Olivia Newton John (a lo SandyVirginal) y en la segunda de SuperMartirio. La primera fue en una montaña abandonada de la mano del señor donde perfectamente podría haberse escondido JasonX y matarnos a todos. Ya sabes, nunca digas «ahora vuelvo» porque ya no vuelves… Y comí hamburguesas cuadradas. Y conté mi teoría sobre la similitud existente entre el laberinto de Alicia en Eurodisney y la eyaculación masculina. Y comparé a Meliès, estando yo (por supuesto) en un estado lamentable de ebriedad, con Steve Urkel. La segunda fue en una gran mansion muy al estilo Hitchcock, con retratos al oleo y todo. En la vida que yo tengo pensé que peinaría mi flequillo con un peine de plata. Pero lo mejor no es que fuera de plata, es que era como el de mi casa, de los veinte duros (de los «60 céntimos»), pero llevaba una especie de funda de plata en el mango y reposaba, que bonito, sobre una bandejita que era de plata también. Me autodescubrí en esa fiesta, o me descubrieron ótros y me echaron. Me di cuenta de que soy una zorra… con carisma, eso sí. Una zorra con carisma. En la vida que yo tengo. Pero me bañé en bolingas.


No me estoy culturizando mucho. Leo sobre teorías del cine, algo es algo. Y tiene merito además, que retomar Walter Benjamin en verano es como para cortar la leche con nesquick del desayuno. Soy capaz de todo antes que sentarme a estudiar los verbos irregulares en francés. Oye, que hay muchos. Y el otro dia me puse un documental sobre Kubrick de tres horas. Hay demasiados verbos irregulares. También veo Sexo en N.Y., ya lo he dicho. Ni me hace falta la TeleIndiscreta porque en el Cosmopolitan solo ponen eso. Y Ana de las Tejas Verdes («mi vida es como un cementerio de ilusiones enterradas»). Incluso llegué a encontrar un paralelismo entre mi vida y la de Carrie Bradshow. Penoso. ¿Te he dicho que aprobé catalán oral y escrito? Pues lo aprobé.


El cumpleaños de FlyGiar me dejó un bonito regalo en forma de ganglios en la garganta. La visita de Ana y Meliès, un «bonito» bronceado tipo cócktel de gambas con salsa rosa. La cena en el chino con mis amiguitas, la fiebre del «PolloPimpollo». Soy una pupas, mi cuerpo se acomoda a la vida fácil con mamá. Llegó un momento en el que las tres cosas se me juntaron y solo me faltaban los estigmas: la piel se me caía a pedazos, la garganta me arañaba y la urticaria no se iba. Porque tuve urticaria, que fuerte, que tuve que ir a urgencias a que me pincharan en el pompis. En la vida que yo tengo.


Y mi madre tiene novio. A veces le tocan el timbre y me dice «me bajo, dentro de un rato subo» y se va a pasear con su enamorado que es nuestro persianero. Yo no lo he visto, pero ella dice que es feo. Está más delgada, más guapa y más feliz. Está más de todo. Y me acompaña a Mango y se compra lo mismo que yo, dice que quiere ser moderna. Reconozco que es un poco raro… pero se veía venir cuando le dió por cambiar los muebles de toda la casa. Ahora compra enanitos de jardín y los coloca en el salón.


Pero se hace corto, todo se hace corto. A veces me quiero ir de verdad, pero solo en momentos puntuales en los que estoy agobiada. El resto del tiempo es como si me fuese un mes de vacaciones. Voy a hacer la cartilla sanitaria europea y el hombre que me atiende me mira y me dice «¿para qué te la haces, te vas de vacaciones?» «No, me voy a estudiar un año» «Ah…, pues entonces sí». Claro, es que a lo mejor me sale urticaria en Francia ¿tendrán PolloPimpollo allí?


No me puedo quejar, me iré a Lyon habiendo tenido, por lo menos, un momento especial con cada una de las personas a las que voy a echar de menos. Y muchas fotos. Me iré dejando cerrado algún asunto que nunca imaginé que concluiría, que pensé que me perseguiría hasta mi vuelta. Me iré, del mismo modo, dejando cosas sin acabar, a medias. Y cosas sin empezar. C’est la vie. 


 

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