ROL

Aunque últimamente haya gente que me haya vilipendiado (que bonita palabra), acusándome de no ocuparme de esta cosa rosa que tienes delante, aquí estoy de nuevo. Incluso me han acusado de tener sentimientos, pero qué fuerte … todo el mundo sabe que no los tengo. O no los cuento (que es diferente) hasta que me sale del choto. Uy, que no quiero ser maleducada.

En fin, que una no puede salirse de la línea establecida. Y ahora me siento encasillada en mi rol de chica que habla mucho pero no dice nada. Tendré que pensar en cómo reinventarme a mi misma, rollo Madonna la cual, por cierto, ha destrozado mi canción preferida de Abba. Fíjate que el otro día bajaba en el ascensor y se me ocurrió verme en el espejo. No mirarme para arreglarme el flequillo, eso no. Digo verme. Vi mi reflejo mirándome y casi ni me reconocí. Y no lo digo por los dos quilos que he ganado en este lindo lugar.

Así, en frío, como que me dio un poco de miedo. Una vez deseé que la vida me sorprendiese aunque fuese un poco.

Joder, pues ya basta que si no me lío.

Liada o no, nieva. Y sigue habiendo fiestas de la Cremallera, que es como se llaman aquí cuando estrenas piso e invitas a mucha gente, les pones música y les das alcohol. Este sábado tocó casa de Francisco, un chico de Bolivia que… que nada, es lo unico que se de él. Estaba James, que va conmigo a Historia del Cine Italiano… lo felicité por haber aprobado el examen (a la vez que me felicitaba a mi misma). Estaba el mejicano moderno que se parece a Ernesto y su amigo que una vez pensó que yo era alemana, para luego decirme que era hortera (<<aaay, por qué lleva usted en el cabello broches con vaquitas y ese abrigo que paresse de mi abuelita>>). Una española de Madrid que se parece a Piper Ann. Más mejicanos. Y Alex, Roman, Quentin y Guillaume. Y Rosa, por supuesto. Y luego, como en toda mala telenovela mejicana que se precie, hubo golpes entre dos machos y lagrimas derramadas por una doncella. Te lo digo porque lo vi, que tuve que buscar mi abrigo mientras se daban golpes y se decían cosas feas. Cosas como >. A esas horas me pregunté qué oscuro efecto había en la bebida que te hacía cambiar el género de los adjetivos. Ay, y la policía. A mi me gusta hablar con la policía, sobretodo cuando están enfadados.

¿Te he contado alguna vez que mi tío, el policía, era escolta de una de Las Grecas (la que no estaba muelta)? Pues si, la acompañaba de la cárcel al hospital para que recibiese su dosis de metadona. Eso es lo más grande que ha pasado en mi familia.

En otra ocasión hablé con un policía para preguntarle dónde estaba la porra con la qué pegaba a la gente en las manifestaciones. No, eso no es de persona normal. Él me dijo, <<qué porra, ¿esta o la otra?>>. No. Eso tampoco lo es.

Oye, que me cambio de casa. No ahora, sino en Frebrero. Con Georgen. Con Rosa. Mientras tanto la versión bachata de ese gran tema cantautoril, «Ojalá», sigue evolucionando. Incluso inventamos la versión reagge.

 

 

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