El dia de la primera mascleta, o tal vez el segundo, recuerdo haber corrido detras de Ana esperando llegar a tiempo para escuchar todo el estruendo en primera fila y pensando, a la vez, en el pobre Miquel, que nada sabia de nuestra pérdida de tiempo en el Mango de la calle Colon, donde ambas buscabamos El Vestido para celebrar mi cumpleanyos. Ese mismo dia (o quiza el anterior) no me sentia muy a gusto en mi propia piel y menos cuando pensaba en cumplir anyos.
En realidad no fueron buenas épocas y fueron las mejores al mismo tiempo. El DIA aparece en mi cabeza (y ya se sabe que los recuerdos enganyan) simplemente perfecto. No por mi ni por el momento, sino por los demas. En la memoria, esos dias y casi todos los que le siguieron, tienen sabor de caramelo.
Ahora estoy en una (preciosa) casa, diferente, con personas distintas y una lengua nueva. La mudanza, como todas supongo, fue horrible. Pero despues de pasar lo peor te queda lo mas dulce, que es ir con tu nueva familia al Ikea, comer con ellos un gran trozo de pastel de chocolate (que luego pesara en tu barriga y en tu conciencia toda la tarde), arrodillarse ante la buena relacion calidad-precio, estanterias, lamparas, espejo… hasta una maceta fea (que por supuesto ira a parar a la gran cerillera de Georgen). Cargarlo todo dentro de la furgoneta verde y descargarlo en el numero 21 de la Rue St Jean. Llegar a casa y adentrarse en el maravilloso mundo del bricolage. Y a cada clavo que meto, a cada pellizco en los dedos, dejo de ser un una chica atormentado para abandonarme a los brazos de un nuevo hogar. Carrefour, nevera nueva, estanterias llenas, visitas de amigos, postales compradas, libros por leer, sol en la calle.
Sol en mi corasssson de 21 anyos. No hoy… manyana.
La frontera de la veintena me encuentra un poco confundida, un poco distraida y un poco en el aire. Pero un poco mas segura de determinadas cosas y un poco mas arrepentida de otras. Me pilla con suenyo, atontada, con el pelo rojizo, con muchas cosas que hacer, con un barrio siplemente orgasmico, con una dieta vegetariana a la que volver a obedecer, con planes que hacer para Paula. Y para mi. Con un Vestido Bonito que estrenar (el de los 21). Con clases que pierdo por quedarme dormida o solo por pereza. Por no querer perderme todo lo demas. Con el recuerdo, para siempre, de aquella tarde del 27 de Febrero en la que escuchamos nuestra nueva parada de metro con el pecho lleno de orgullo y, por fin, con la cabeza bien alta… Vieux Lyon Cathédrale Saint Jean.
Aun con (casi) 21 vuelvo a sentirme mala persona. Pero solo necesito tranquilidad para recoinciliarme conmigo misma. Y un billete de ida y vuelta. Y una fiesta grande. Bueno, dos.
Solo pido cosas que puedo tener. De lo demas no me encargo yo.