Ahora que mi fase de mujer atormentada, a punto de descubrir a Pink Floyd y vestir camisones del Woman’s Secret, casi ha llegado a su fin, puedo decir que en la vida hay cosas que me preocupan mucho más que mi bienestar y las razones que me llevan a morderme sistemáticamente el labio superior. Esas razones ya las he expuesto a algunos interesados, ahora solo me queda reafirmarme en mi dolor: alguien al que le gusta ElCantoDelLoco, como mayor exponente de sensibilidad artística, no puede tener un fotolog. Y si, me estoy haciendo muy integrista. Quizá ya lo fuese antes, pero el régimen carcelario que llevo ahora me lleva a desarrollar la neurona de la intolerancia. No soporto a LosRodríguez. Lo siento. Más lo siente mi compañera de piso, a la que lanzo miradas que más que persuasivas son asesinas. Creo que el imperativo de tener una puerta en la que puedan encerrarme mientras araño (sin uñas) las paredes me parece más urgente que nunca. El lunes el disco de LosRodríguez será una vaga musiquilla, compacta en su unidad de LP que, sin embargo, conseguirá ponerme el vello de punta. No de emoción, sino de repulsión. Ya se que no puedo personificar mi ultimo mes de estancia aqui en esa gran melodia (nótese el tufillo irónico) que es «hace calor, hace calor, yo estaba esperando que cantes mi canción»… Lo se, es injusto. Pero me da igual. Odio a LosRodriguez.
Claro, y hablo con Ana y me vuelvo loca. Porque ahora se dedica a componer letras góticas, a la vez que me habre una ventana al lado mortífero y guarrón de la vida… «quiero tener contigo un ataque de epilepsia vaginal». La dejo sola y se hace fotofóbica, claustrofóbica y todo lo que lleve como sufijo la palabra fóbica. Sin embargo, le he declarado mi orgullo y satisfacción por su nueva personalidad buscadora del placer en el mal y fan de los sex-shops.
El correo en Francia es simplemente una mierda. Hasta la fecha ya se han perdido por el camino tres cartas de amor.Incluida una de mi madre.