Estoy hecha una mártir.
Qué bonito es sentir lástima de una misma, sobretodo cuando te encuentras rodeada de pañuelos usados con mocos verdes. Cuando no puedo merendar mi vaso de leche con cereales tres chocolates porque los mocos verdes me han invadido nariz y me impiden respirar. Oye, que cuando mastico me ahogo, dime tu si no es eso grave. Y que malo es no cumplir las promesas… cuántas veces habré prometido que dejaría de morderme las uñas? El caso es que hasta yo misma me lo creo. Pero sé, sin embargo, que como Fátima y su Milagro, debo esperar una señal que me inste a dejar este sucio vicio. El único que no atenta contra mi salud y el único que quiero dejar. En cuanto a señales, no cuenta la vez que mi madre me llevó al psicólogo para solucionar este problema que me persigue desde tiempos inmemoriales. Y no te creas, que ir al psicólogo entra dentro de las cosas normales que la gente hace pero que no dice. No tengo palabra. Soy pus.
Pasada está mi fase BestSeller en la que fui tan feliz con ese libro que parece un serial de televisión. Ahora, el mismo chati que ganó un Oscar con Una Mente Maravillosa, nos ofrece una adaptación con el siempre abominable (coma, una pesadilla real) Tom Hanks. Es de dominio publico que no quiero tratos con Tom Hanks desde que hiciera Despedida de Soltero y Esta Casa es una Ruina, sin duda las dos películas más remarcables de su carrera. Llegados a este punto, con barriga y casado Rita Wilson, que a la vez estuvo igual de abominable en Amigas para Siempre, yo ya no quiero saber nada. Quien quiera enviarme un libro bonito, no adaptable y sin trazo alguno de persona parecida a Tom Hanks, por favor haga el favor de mandarlo a: 21 rue St. James 69005, Lyon (France).
Gracias.
Ahora estoy comprometida con la causa. Con qué causa? Eso depende de la semana. El año pasado lo defendí a las familias. Ahora me acuerdo… dios, no estaba muy cuerda por aquella época. Todo vino a raiz de las peras y las manzanas. Y luego, antes de ser poseida por el poder del licor de coco Yucatán, me infiltré en una manifestación llena de confetis con el Tio Al. Vaya tiempos aquellos. Ahora basta con que llegue quince minutos tarde a una de las reuniones de Lug/Luc para que me endosen cualquier cosa y no me la expliquen, por supuesto. No tienen bastante con un continente entero. Tiene que venir la tia esa abominable, a la que llamaremos Evita Perón, a enviarme a un hotel perdido de la civilización para acudir a nosequé conferencia contra el esclavismo. Como soy una señora, acudo puntual. Pero claro, no es una reunión, es una mesa redonda con AfroFranceses que saben de que va la cosa. Y yo, sin enterarme de nada hasta que dicen que soy la representante de Lug/Luc y me sonrien y me tratan bien. Creo que nadie sabía muy bien qué hacía una allí… no los culpo, yo tampoco lo entiendo todavía. Eso sí, estuve muy atenta a todo lo que decían. Creo que les hice gracia, por eso me dieron unos 300 flyers. Anda, que la niña haga algo útil y se vaya a la universidad a repartir papeles contra el esclavismo. Yo encantada.
Si mi futuro marido es capaz de repartir el Micalet en Valencia para poder pagar las letras del piso, yo soy capaz de plantarme en la entrada de la Universidad. No dará para pagar las letras del coche, pero seremos un matrimonio compenetrado y con intereses comunes.
Por lo demás no tengo nada más que decir. Solo que muerte a Georgen por cutre. Y pensar que alguna vez me gustaron los hombres con nariz… El está dorándose en Córcega y yo me muero entre pañuelos con mocos mientras nos comemos su muesli. No quiso llevarnos de viaje con él porque no teníamos utensilios que pudieran serle de ayuda para el objetivo principal del viaje: «campear». Llámame simple si espero que le plazca mi mera presencia sin tiendas de campaña o martillos que me acompañen.
Vale, ya me callo.