POLICIA MONTADA DEL CANADÁ

Tan solo a diez dias de su llegada la muchachita se dijo que le resultaba muy dificil pensar que hubo un día en el que ella no estaba aquí, sino allí. Y cuando pensó en Allí, pensó en una vida hecha, por la que lloró al marcharse. Sin embargo ahora su vida era una hoja en blanco. Y una hoja en blanco impone respeto.

Respeto. Y una sensación diáfana, de despreocupación, de laxitud. E inseguridad. Muchas veces se ha preguntado qué hace aquí exactamente, y siempre se ha dicho a si misma que la respuesta no la puede saber ahora. Quizá dentro de un tiempo, quizás mañana o en seis meses. O en años. A la muchacha le gusta pensar que hay una razón para todo, sin embargo esa reflexión puede ser en ocasiones una trampa para la conciencia o, simplemente, una manera de concebir la existencia que no agrada a todo el mundo y que no se funda en ninguna base lógica. Las leyes de la causalidad no están del todo establecidas y responden más a una voluntad de autoconfirmación que a una realidad empírica. Sobretodo cuando hablamos o divagamos sobre la conducta humana, lo que ocurre, lo que se espera, lo que no ocurre. Etcétera.

Sin embargo, y contemplando la posibilidad de que la vida sea una consecución azarosa de acontecimientos, mucho más vulgar de lo que todos esperamos, la muchachita (que ha decidido que hablar de ella en tercera persona dos veces seguidas es demasiado), sigue queriendo pensar que todo responde a un porqué.

Entonces coges y me dices: es simplemente una trampa mental. Y yo te digo, sí… ¿y? La gente va a la iglesia, bebe, escucha música, lee novelas, va al cine, sale con sus amigos. Todo eso también son trampas mentales.

Pues yo pienso y siento (no siempre) que las cosas que te ocurren se rigen por pautas de causalidad. 

Y espero que el orden cósmico exista, porque si no la llevamos clara.

Todavía me queda encontrarle un sentido a todo esto. Y en el caso de que no lo tenga tendré que recular y aceptar que no se pueden explicar ciertas cosas y ya está.

Por lo demás, y dejando de lado el sujeto del desconcierto metafísico, puedo decir que he hecho algunas cosas. Solo ahora me doy cuenta de que las he hecho mientras esperaba encontrarles algún sentido. Y ahora decido seguir haciéndolas esperando que lo tengan y que pueda explicarlo.

Creo que siempre me voy porque no puedo quedarme. Y eso deja lagunas, sobretodo cuando llegas. Pregúntame ahora por qué me fui y te responderé: «porqué no». Y lo haré habiendo aprendido algo de lo que me pasó antes, totalmente consciente de mis defectos y mis carencias. Y lo haré sin apenas ápice de melancolia. 

Ahora te acuerdas de preguntármelo cuando vuelva y veremos lo que digo. Yo por el momento no puedo predecir nada, porque no tengo la menor idea.

 

P.D. Esto no es tan divertido como los mapaches, o como cuando vomito dos veces en el retrete, o como cuando nos montamos en la parte de atrás de un Land Rover y vamos al bosque, o como cuando desayunamos o nos embriagamos o yo que sé wey, no mames. Todo no iba a ser metafísico y desconcertante. A veces hago cosas que rozan la superficialidad, a Dios gracias.

Policia montada del Canadá, Cecil B. DeMille, 1940

Deja un comentario