EL BUEN ALEMÁN

Una vez, una de tantas en las que intenté autodefinir de alguna manera mis actos o mi entorno, no por una cuestión moral, sino más bien por una cuestión de cordura humana… pensé que esta época de mi vida se asemeja a una posguerra.

Si intentamos definir/verbalizar/explicar un estado emocional (o muchos que se cruzan, se mezclan y te acaban dando por culo, como era de esperar) quizás acabemos por entenderlo mejor. Sí bueno… o eso pensaba yo antes, ahora creo que resulta hasta contraproducente utilizar el cerebro para cosas que no tengan que ver con el análisis textual, estructural, fílmico, referencial o lo que sea. Creo que hasta hace poco me había pasado la vida analizando. Cuando era joven (quiero decir, más joven que ahora) y no era mi turno de jugar a médicos, analizaba a los demás, y cuando la botella se paró justo delante de mí empecé a analizar de manera enferma cada uno de mis movimientos. Y hasta el más leve pestañeo del otro era razón suficiente para dar rienda suelta a mi costumbre enferma de no dejarme respirar tranquila.
 

Hubieron veces en las que el juego fue de verdad intenso, pero las reglas eran claras y estaban ya establecidas de antemano. Entonces me dediqué a no pensar en (casi) nada, mi cabeza se relajaba y consideraba que vivía en un estado de semi-felicidad. Bueno, de hecho así era.

Pero después de un conflicto armado viene la posguerra y después las tareas de reconstrucción… proceso este, que siempre se presta al mercado negro, al pillaje y a acciones varias, todas poco lícitas moralmente. Y creo que esta nueva redefinición es la que de verdad me gusta. Así cuando tenga una crisis solo será un estado pasajero que se deberá a los efectos colaterales de tener que replantear de nuevo aquello en lo que creí durante mucho tiempo. Mi problema es que luché en una guerra que defendía una premisa bien clara… pero sin saber en qué bando me estaba jugando la vida. Puede que no estuviese en ninguno o que empezase en uno y luego me cambiase al enemigo cual tránsfuga descocada. Sin embargo, lo que de verdad creo es que siempre estuve en los dos campos, con intensidades distintas e irregulares, aceptando una situación bipolar con buenas razones para hacerlo.

Como estoy llevando a cabo una ardua tarea y mi particular muro de Berlín ya está el pobre más que destruido, me voy a dedicar a pensar en qué es lo que quiero para el futuro y no en lo que quise en el pasado, algo que por otro lado nunca tuve del todo muy claro en la práctica. Los cimientos de los que parto son sólidos porque cada vez veo más precisión en mis deseos. Estoy cansada, extenuada, de pelear.

Una vez fui a una librería de aquella ciudad francesa y compré un libro con un título muy bonito. Lo tienes arriba, en mayúscula. Lo terminé hace ya bastante tiempo tumbada en la parte trasera de un coche después de una de esas despedidas que significan un final. Ésta, junto con la última página del libro, hizo que el corazón me latiese muy deprisa y me quedase mirando la carretera con una sensación de desconcierto. Alguien que iba en la parte delantera me dijo que siempre pasa lo mismo cuando te acabas un libro que ha significado algo de una manera u otra.

No lo tengo conmigo porque lo dejé, deliberadamente, en la guantera de ese coche con la esperanza de que alguien más lo leyese. Parece una tontería pero en realidad fue un acto de generosidad. Ahora se me hace raro que ande por ahí sin rumbo, con las huellas de mis dedos, mis manchas de café y las páginas arrugadas por aquella vez que llovió tanto en el parque.        

PULGAS

Cuando salí de la ciudad francesa me despidió un cartel en el que se podía leer “nostalgia”. Visto así, desde el coche, parecía ser más una especie de amenaza que una despedida en toda regla. No me despedí de nada porque todo se desarrolló como un proceso lento y paulatino. A cada kilómetro perdía algo más. Cuando llegué al sur de España ya lo había perdido todo. Incluso la inocencia. Y eso es una cosa que una vez pierdes no vuelves a recuperar en tu vida… es más, yo diría que te pasas lo que te queda de tiempo en este mundo intentando buscarla de nuevo, por eso nos pasamos lo que nos queda buscando algo que puedes llamar Amor o como te de la gana. Si al final todo es cuestión de cómo uses las palabras. U optas por palabras comodín como la que acabo de mentar, o te dedicas a construir frases más complejas y enrevesadas. A mi me gustaría ser categórica en mis juicios (en los que tienen que ver conmigo), pero como no sé me dedico a dibujar espirales.

 

Me hicieron falta todos esos quilómetros compartidos y unos cuantos días de reposo para que mis ojos se acostumbrasen a la luz y pudiese ver con claridad. Aunque bien pensado, en ese sentido podríamos decir que no tengo los ojos hechos para demasiada luz porque eso de la claridad es un concepto abstracto que la mayoría de veces se me escapa. ¿Para que voy a tomar una decisión y actuar en consecuencia cuando puedo tomarlas todas a la vez y vivir en una continua contradicción? No es un Sí-pero-No ni un No-pero-Si. Es un Si-y-No. Mi gran problema es que siempre pequé de acumulación. Todo es siempre mejor que sólo algo.

 

Y entre unas cosas y otras me puse a hacer footing. Y ya lo dejé. Y me uní al grupo de las rubias platino guiada por una necesidad inconsciente (o no tanto) de parecerme a alguien extranjero. Sí, más. Y volví a colgar pósteres que hacía más de un año no veía. Pero no me puse a llorar ni a martirizar a los demás. Así que esa palabra con forma de amenaza de la que hablaba antes no ha salido de mi boca. Después de un año dedicándome a una o varias lenguas, dependiendo de lo que tú quieras entender, es bastante grato volver a sentir que todavía puedes pensar palabras y escribirlas… con mayor o menor gracia.

 

He vuelto a la vida intelectual. No hace falta tener miedo. Y ya que hablábamos de amenazas, yo no represento ninguna en ese sentido. Tampoco lo hacía antes, pero por lo menos antaño soñaba que me daban un Pulitzer y no me entraba la risa. Quiero pensar que no es a causa del alcohol o de no utilizar mi materia gris para otra cosa que no fuese traducir o destraducir, sino que el tinte que me puse ha penetrado a mi cerebro y lo está invadiendo. Y es que he descubierto el drama que supone ser rubia. Y es un drama, no por los demás, sino sobretodo por ti misma. Al principio, cuando intentaba seguir las conversaciones de (mira, al azar) Spielberg y compañía (no el judío, el de mi clase), me tocaba el pelo con un gesto de esos que intentan ser espontáneos y desenfadados pero que solo están dirigidos a reconstituir (o intentarlo) la coiffure, y pensaba… “coño, es que soy rubia”. No me quiero ni imaginar qué hubiese sido de mí si de verdad fuese rubia-rubia. Creo que en breve iré a la droguería a por el pelirrojo si es que quiero aprobar los exámenes.

 

Y que conste que no tengo nada contra las rubias, ya sean las de chocho morenote o las naturales. Es una simple cuestión de autosugestión. Bueno, no tengo nada en contra a priori, porque yo siempre tengo algo en contra de otro algo o alguien. No, no soy una criticona… eso no. Como me dijo el camello de Miss Kittin en el Razzmatazz, “tú eres una escéptica, ¿quieres un poco mas de MDMA?”. Y claro, ahora podría dejar esta frase así y acabar tal cual y quedaría en plan “como la rompo, como (me) molo”.

 

Pero no.

 

Ni la rompo ni tampoco molo. El susodicho era un machucho, camello de tres al cuarto, si es que le otorgamos esa categoría y no la de “hola, doy pena, no me escupas”. Seguramente se habría hecho una foto con Miss Kittin y se sentía con la suficiente autoridad como para decir que ahora la chica está gorda y pincha mal. Yo y las drogas ilegales nunca tuvimos una muy buena relación y para una vez que pruebo algo va y me pone de mala hostia (para lo que no me hace falta ser inducida artificialmente, ese trabajo ya lo hago sola). Para acabar de rematar, el Razzmatazz es un sitio de pulgosos (y cuando digo “pulgoso” es en su sentido más crudo y literal). Pulgoso, viene de pulga. Del latín “vaya asco”.

 

Pero sí. El hombre desde ahora conocido como el-falso-camello-de-Miss-Kittin tenía razón, soy una escéptica. Y me lo pasé de puta madre también.

 

Como me dijo PP, “yo no he venido aquí a ver catedrales”.

 

Pues eso, yo tampoco he vuelto a España para ver catedrales.

P.D. Si alguien se ofrece voluntario para cambiar este rollo de tele chunga me lo comunique.

12, RUE CONSTANTINE

Desde que llegué creo que esta es la cuarta vez que cambiamos de casa. Primero fue el BloqueSoviético, Guillotière acompañados de Hassan, el reino encantado de la 21 rue st Jean… y ahora es el maravilloso mundo de la casa con tele y sofá. Lo que llamaríamos el horno de la calle St Constantine. Cuando te dicen, “vale puedes irte” no te cuentan que el frío que va a pasar es proporcional al calor que hace a partir del uno de julio. Impresionante. Ahora mismo los poros de mi piel supuran sudor. Por las mañanas es peor, simplemente no puedes dormir más allá de las 12. En este, nuestro nuevo hogar, compartimos el bochorno con otros dos franceses y un irlandés. Específicamente soy yo la que comparte calores con este último, nunca debidos a contacto carnal alguno, sino al simple hecho de compartir un salón para dormir. La pecera que nunca tuvo peces separa nuestras camas. Es muy bonito, es una nueva familia para la Princesa del Pop y para mí. Tengo que reconocer que tenía serias dudas en lo que a mi seguridad se refiere, pues dormir con Sam entraña ciertas dificultades que tienen que ver con la naturaleza humana. Mi mayor miedo era que le diera por tocarse afectivamente en presencia de una. Por ahora lo único que hace es dormir en calzoncillos y calcetines. Adorable. Además es melómano, supongo que es un moderno de Irlanda.

Que Francia ganara me dio un poco lo mismo pues el fútbol lo que consigue es dormirme, básicamente. Pero ahora, y a riesgo de blasfemar contra la madre patria, quiero que ganen los azules (oh mon dieu! ahí me tienes, metida hasta en la jerga) porque visto el resultado del martes, el domingo esto puede ser una bacanal romana. Todo el mundo estaba contento y quería a los demás. Mucho además.  

Si quiero huir del calor solo puedo hacerlo en la piscina que se encuentra al lado del río, operación harto peligrosa pues los hombres no pueden entrar más que con fardahuevos. Hay veces que tus ojos se encuentran delante de ciertas visiones abominablemente horrorosas… sin embargo sigues mirando como atraído por una fuerza extraña. Así, nos encontramos en una dicotomía moral: piscina o no piscina. Sí, a eso han llegado mis luchas internas desde que me dedico al culto a mi misma y a los que me rodean. Solo nos falta el becerro de oro. Y si me pongo bíblica pues mira.
 

El gordo con aparato que nos “contrató” para trabajar en el castizo CafeSevilla simplemente es retrasado mental. No tiene otra. El bar huele a sangría pasada (muy pasada) y las tapas llevan colgando un cartel que pone “Gastroenteritis aguda”. Las que tienen motas blancas (humus ciertamente) ya llevan el de “Mortífero”. A pesar de que en media hora tenga una cita que decida mi futuro laboral dentro de esa empresa donde desarrollarte espiritualmente consiste en mezclar los zumos de un San Francisco, no voy a ser demasiado dura con ellos. Solo diré que son unos cochinos. Pende de un hilo mi puesto de trabajo y, atención, que no he roto ningún vaso. Me he limitado a sudar como una cerda entre cervezas, sangrías y san franciscos. Además de pintar un mural propio de la Capilla Sixtina. No se en que consiste el problema, pero sospecho que tiene que ver con encefalogramas planos y falta de capacidad para hacer un simple horario.

Me encuentro a la espera de un nuevo cisma en esta ciudad que sacudirá los cimientos sobre los que se construye el sentido mismo de la vida. Georgen se va esta semana. El hombre lingüista y dos veces lingüista. El hombre que me barre los pies. Miembro de la familia desde su creación.
 

Un hombre de casi 30 años que le esconde los tatuajes a su abuela para no matarla.          

MI ARAÑA

Vale. Lo he comprendido. Está bien, acepto que esto es feo pero quizás tanta explicitez me abrume. En estos momentos meterme en percales informticos no es lo que mas me apetece, asi que continuo hasta que me canse y busque a algún chulazo que me me arregle estos desajustes. Y punto hasta la fecha.

Creo que fue el dia en que descubrí que había una araña en el techo de mi habitación que movía las patas, cuando decidí que me iba a España. El año pasado la cocina se me llenó de bichitos horribles que querían destruirme, ahora una araña me mira desde el techo. Cierto es que cuando volví el bicho seguía en su sitio, pero sus patas yacían inertes. RIP.

Lo que me encontré al llegar fue a una madre con gafas de pasta y spray antiviolaciones. Muchos productos de belleza para comprar y un canal Cosmo estruturado alrededor de Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha. Un viaje rapido a Valencia y una multa por escándalo público. Me vino bien para comprender que la autodestrucción nunca fue una solución viable para nada.

Así que cuando estuve de nuevo en esta habitación que huele a restaurante chinoise HongHa dejé de estar tan loca (en el sentido de mantalmente desviada) para contemplar lo locos que están los demás. Quiero decir, que hay cosas que no encajan. Imaginemos que de repente te vas a Cannes a buscar un trabajo, visitas el Carlton, el Hilton, el Majestic y el Martinez. Conforme entras te hacen salir, dar la vuelta al monumental edificio bajo el sol abrasador, para entrar por la puertucha de personal. Gran frase la de la Princesa del Pop: «mira, entrando al Hilton y yo de Bershka». Se da el caso, mira por Dios, de que no encuentras nada y te vuelves. El viaje me sirvió para muchas cosas, entre ellas saber que sigo teniendo cara de cerdita del norte, por ejemplo. Eso y que los marselleses simplemente no me entienden… ni yo a ellos. Tenemos un choque de acentos importante que nos impide descodificar el mensaje mutuamente.  

 En seguida aparece una sueca en tu casa que es alta, hiperactiva y vegetariana. Y que habla por las noches en un idioma parecido al hebreo. Descubes que Georgen, ese austriaco juez con piratas, cadenas, pendiente y tatuajes de Dragon Ball en relidad es un poco Nosferatu. Que la Princesa del Pop está a punto de retirarse de nuevo a una clínica de desintoxicación para aprender a escuchar a su estómago. Y los hombres se descamisan para ver el futbol. Competimos para encontrar la palabra más larga en nuestra lengua materna. Y un gordo te contrata para que trabajes en el BarSevilla.

Curioso.

Asi que mañana, Princesa del Pop y yo nos vamos a servir fresquitos… a ver que sale de esta. Y si no sale nada siempre nos quedará esta ciudad de particular idiosincrasia. 

Por cierto, me he caido y tengo un anticristo en la rodilla. Hubo una vez en que pensé que era una señorita. La versión oficial es la de que defendí a la sueca de un tipo violento que queria robarle un mango. La que se comenta por los pasillos de todas las reacciones es otra bien distinta… pero como está sin confirmar no seré yo quien la difunda.    

 

GLOCAL

Bueno. Que he llegado y me encontré con el percal…

¿Dónde está mi fondo rosa que comía la retina? ¿Dónde? ¿Porque tengo que salir al paso con una plantilla fea rollo tele? ¿Por qué es tan fea? La caja de pandora de 20six se ha abierto y han salido todos sus monstruos.

Nunca me interesó la informática y no soy alglófona. Ahora empiezo a pagarlo.

Lo tengo claro. He sido víctima de la globalización. Todos lo habéis sido.

IN-QUIETANTE

Había una vez dos chicas perdidas en una vieja cuidad francesa.

Esas chicas acabaron el peor examen de su vida después de haberse comportado como autenticas puercas durante dos semanas. Cuando alguien que está bueno como lo está Boukala, te pregunta qué famoso director sale en el bonus del dvd de Nanouk una no puede evitar plantearse el sentido mismo de las ediciones en dvd y pensar ¿eso es realmente importante? Habiendo contestado bien una media de tres preguntas sobre veinte, todo tercero de Artes del Espectáculo salió con una mezcla de estupor y risa floja. Nunca antes habían tenido tan poco que decir. Algunos entre nosotros, en particular Carcho Mayor, se cagó en los bonus, en los pescadores québecoises y en Jean Rouch y compañía… sabedor de que no dicen más que pamplinas. Y firmó el examen. Y firmó la hoja de asistencia… como Boris Karloff. Es lo más grande que se ha hecho nunca. Ojala todos hubiésemos firmado como Flaherty para luego especificar “atrévete a suspender al padre del documental”.

 

 Bien, pues a partir de este punto empezó una de las fases más felices de las últimas semanas. Las dos chicas perdidas se reencontraron a sí mismas y volvieron a levantarse a las tres de la tarde por haberse pasado la noche borrachas, leyendo una maravillosa novela rosa sobre MariaAntonieta o haciendo no-importa-qué. Volvieron a la dieta que les gusta, que es arroz chino+helado. Qué bonita es la vida cuando tienes cosas de verdad importantes por hacer. El fin de semana se presentó como el último de verdad con el Instituto Goethe, encabezado por Georgen quien, por cierto, está obsesionado con su alergia (a la que llama Rhuma) e intenta averiguar cuál de todos los arboles de esta ciudad es el causante de su Rhuma. Mientras bebian a la vera del rio acompañadas por el susodicho Instituto aleman, mientras robaban la musica electro que sonaba desde un concierto, mientras olia a carburante… la chica rubia pensó vaya, hay pocas cosas que sean tan gratis y tan agradables como estar aqui en este preciso momento. Y las niñas volvieron a ser jóvenes. Como dice la niña morena, como aquellas veces que se arrodillaban en puentes para dar gracias por todo lo que les esperaba. Pues en este caso les esperaban tres dias y no ocho meses. Son las cosas del paso del tiempo. 

Del electro desmedido a la plaza donde se come el arroz chino con helado. La noche y el dia se confunden en realidad.

Llega otra vez la oscuridad y las niñas se visten como cuando eran jóvenes. Y suben la montaña, hacia esos ladrillos que forman casas en las que ellas una vez quisieron habitar. Y otra vez el mismo pensamiento, la suerte que tuvieron al encontrar su reino encantado del 21 rue St. Jean. La fiesta tiene acento andaluz. Como en una pesadilla, vuelven caras que dejaron atrás allá por las épocas del Dúplex de Hassan. Las niñas no están muy acomodadas puesto que reciben miradas disuasorias que les dicen «puercas, qué habéis estado haciendo». Pufff si yo te contara Santi. Y ya ni me acordaba de lo mal que te caigo y de lo mal que me caes tu a mi. Un individuo tal tuvo la osadia de meterse con los zapatos de la niña rubia («oye, tu has visto los sapatos de la niña esta… son cuanto menos in-quietantes»).

Cerdo. A la ofendida nunca se le hubiese ocurrido criticar sus sapatos de Frankenstein, por eso espera un poco de respeto, aunque tengan puntos rojos. In-quietante.

Huyendo de la montaña, volvieron con el Instituto Goethe que nunca se aburre puesto que van siempre acompañados de un cargamento de galletas de chocolate las cuales, además de chocolate, llevan otro ingrediente maestro. Y como la noche se confunde con el dia, al salir a la calle ya había salido el sol. Y las niñas se acostaron pensando en que esa noche había sido una de las mejores desde que habitan en el reino encantado. Poco quedaba del esplendor con el que habían salido hacia la montaña, y es que la juventud les había durado no mucho. Ya no son tan lozanas como antaño y desde luego, son mucho menos inocentes. Algunas ganaron algun quilo, otras enfermedades… pero sobretodo han ganado la batalla y con nota. 

Este post pretendia mostrar lo bien que me lo pasé estos ultimos dias, una cosa ligerita y bien como de costumbre. Pero me ha salido nostálgico sin que fuese mi intención. A cada linea he ido perdiendo la fuerza de convicción con la que pretendía demostrar que recoger la ropa de invierno no me pone nerviosa. Que despedir a una persona a la que veré en una semana tampoco. Ni dejar un poco más vacia esta habitación. Empezar a hacer maletas aunque no sean las definitivas es una cosa que me da mal fario. Realmente me turba. Y volveré al reino encantado, pero no será por mucho tiempo más. Debo decidir cuáles de mis pertenencias me sirven para lo que me queda por delante, que tampoco se muy bien de qué se trata ni donde se va a desarrollar. Y suspendida en una nube como lo estoy desde hace tiempo regreso a intentar no volverme loca y a darles besos a las personas que me esperan, aunque sea un poco.   

Esto en realidad es un adiós. Si lo hago ahora no tendré que hacerlo luego. Qué sensacion de mierda, como siempre las cosas poco a poco… para sufrir más.

Voy a por mi maleta.      

MARIE-ANTOINETTE

Ahora mismo me gustaría ser Maria Antonieta. De hecho lo soy un poco ya, sobretodo cuando el miercoles la guillotina corte mi cuello y deje caer mi cabeza en una bonita cesta. Luego la exhibiran en el Campus-Desmontable de Bron. A la vista de todos los macrobióticos y perroflautas que comen tofu. Caeré de la mano de Molusco Boukala. Ese profesor que es como Buenafuente en largo, del cual descubrimos tarde que está bueno. Cuando, después de interminables clases muertas de sueño en las últimas filas, se nos ocurre sentarnos cerquita. El estará guapo con sus camisas claras, pero la historia del documental es Infumable. 

También me gustaría ser vendedora del Fnac para oler a libro todo el rato. Bien pensado me gustaría más trabajar en LibrosPaca, donde entrase menos gente y poder leer tranquila. Son graciosas las librerías, el otro día descubrí que en el centro hay una donde la cajera es murciana y hace chanchullos con sus amigos comunistas que leen libros sobre maquis. Claro, ellos hablaban en castellano y no se dieron cuenta de que la inglesa que merodeaba por ahí, no lo era en realidad. 

Pese a que obvié un agradecimiento formal a todos los que aseguraron mi parecido estético con un cerdo, solo tengo que decir que lo que escribí tenía una intención metafórica… no me considero una puerca en el sentido literal de la palabra. Hay que saber interpretar lo que lees y encontrar un segundo significado… Con esto quiero decir, nada de comparar mis rizos y el color de mi piel (que no es rosa!) con los de un porcino animal. He dicho.

Ya es de dominio público el problema nacionalista que se gesta en mi interior. No se quién soy ni a dónde pertenezco. Añadido a la extraña suma de nacionalidades de la que soy víctima, se suma el extraño batiburrillo de nacionalidades que los demás me adjudican: inglesa, alemana, danesa, polaca y rusa. ¿Rusa? Pues si, rusa también. 

También me gustaría trabajar en Mundovisión y hacer culebrones. Y videoclips.

Panadera no me gustaría, porque todas se llaman Raquel y huele demasiado a pan dulce. Eso, quieras que no, empacha. Además, redondearía más mis redondeces. Luego, trabajar en el departamento de Teorias de los Lenguajes en la Facultad de Filología como profesora adjunta, solo me gustaría porque podría ver a Biosca y chuparle sin que se enterase, a ver si su sudor tiene poderes mágicos y me hago lista como él. Luego puedo hacer una tesis sobre el cine en la Republica de Macedonia.

Me gustaría ser lingüista y dos veces lingüista como Georgen.

Otro día continuo con todas aquellas cosas que siempre quise ser, otras que se me van ocurriendo dependiendo del día, y las que desearé en un futuro.

Creo que volveré a España para hacer una cura de desintoxicación francesa y dedicarme a cosas tan importantes como: ir a la peluquería, ir a la esteticien, ir a Mango, ir a ver a mis abuelos, ir a Valencia, ir a ver a Colazzi e ir a dónde me mande mi santa madre. Luego, si esta me deja salir del país, me vuelvo para mi reino encantado en el 21 rue St Jean. Cuando vuelva y no seré nunca más humus, sino una resplandeciente chica que vuelve a lo que ha sido su vida durante nueve meses:

el Hedonismo en su más bella y pura esencia. Como una más de la corte de la reina Maria Antonieta. ¿Por qué no me dejaron protagonizar la pelicula? Un día también quise ser princesa… la corona y el cetro los tengo en una caja.

Sería cuestión de desenpolvarlos.

ANTROPOLOGÍA

¿Por qué en un país como Francia son todos tan franceses?

Yo no soy socióloga ni lingüista y dos veces lingüista como Georgen. Pero reconozco ciertos trazos-tufos que pertenecen a todos los nacidos bajo el amparo de la marsellesa. Primero empiezan a preguntarte cuántos personajes relevantes internacionalmente tiene tu país. y como no dejan que cuente a Penélope Cruz pues la lista se me reduce a A) Antonio Banderas B) Dalí C)Picasso D) Rosalía de Castro E)Buñuel F)Cervantes G)Almodóvar

Vale, Rosalia de Castro no es conocida internacionalmente. De Antonio Banderas se piensan que es latino. Picasso y Buñuel son considerados directamente franceses. Cervantes, vale ya que no se puede reconocer que no se sabe quién es (minipunto). Dalí, bueno… pero lo conozco por que me queda al lado de Salou, donde tengo el chalet. Y Almodóvar… sí, que se pasa mucho por aquí y es muy simpático (minipunto para mí). Iba a añadir a Victoria Abril, pero me callé. Pasa lo mismo en cotas más elevadas de la vida, véase la antropología: una vez me encontré en el tranvia a la chica a la que llamaremos Evita Perón y que se dedica en la vida a estudiar las lindeces de las tribus y a hacer campaña de Chris Marker. No, yo tampoco lo conocía hasta que me topé con ella. Creo que no está muerto. Vaya. La chica me relató sus planes de irse a España a hacer la tesis sobre el mundo del toro y aprender la lengua patria al mismo tiempo que descubría cuáles eran los principales sociólogos y antropólogos españoles. Porque mira, es que franceses hay un montón, por eso los estudiamos. Obvié decirle que si estudiase en Filipinas seguramente conocería a algún que otro filipino. Pero decliné hablar puesto que seguramente nada hubiese cambiado sustancialmente en su particular olimpo de los antropólogos… por lo que vemos el Imperalismo no se acabó en este país. La Princesa del Pop, siempre acertada en sus juicios, le recordó que nosotros teníamos Atapuerca. Pero no le interesó demasiado puesto que fue una cuestion simplemente aleatoría ¿no? si los hombres encorvados estos hubiesen caminado unos quilómetros más hubiesen muerto en frontera francesa. Seguí pensando y solo me venía a la cabeza Savater. Pero para decir tonterías mejor no abrir la boca. 

La Nouvelle Vague. Ahí se acabó el mundo. Es lo más grande que les ha pasado en años. Y lo peor que te puede pasar a tí, amante de los géneros y de tus películas de estudio. Es un no parar con Truffaut y compañía. Escondanme el dispositivo, no me dejen ver las marcas de enunciación porfavor. No utilicen la voz en off para comentar imágenes inconexas mientras un narrador (defendemos que es siempre el mismo tio, con voz de vicioso) dice cosas como la fierté o les trottoirs de Paris. Esas cosas raras siguen haciéndose hoy en dia. Sin ir más lejos, a Doctor Mabuse se le ocurre de repente una idea genial. Llama a su amigo el ErasmusRevelación dispuesto a todo, cogen sus cámaras y su jirafa y se lanzan a la facultad para sublevar conciencias a golpe de performance. Yo pensé que repartían flyers para alguna fiesta, pero oye, que la montaron eh. La genial idea de Doctor Mabuse fue desplazarse hasta el espacio abierto de ese Campus desmontable compuesto por piezas de Lego llamabo Bron. Sí, sí… ahí donde se cuece todo. Desde los perroflautas con sus musicas del mundo hasta patatas que estos comen porque son macrobióticos. Llega Mabuse con su cámara, persiguiendo a dos chicas vestidas de animadoras que gritan. Una de ellas va en un carro de la compra. Otra, a lo lejos, se pinta las uñas mientras escucha musica. Aparece una cuarta, la más energúmen de todas, diciéndo que quiere ser Maradona. Guay. Ei y que Mabuse planifica… a los diez minutos se repite la misma escena a modo de déjà vu fantasmático. Nos fuimos, una tercera vez ya hubiese rozado los niveles de la autoflajelación. 

Luego está su lado sindical. Ese es el que más admiro. Y el que más me gusta, pues me aportó un mes sin clase donde lo que hice fue rascarme el ojete e irme de viajes varios. Nunca el caos llegó tan lejos. Los tipos de la comida macrobiótica seguían amenazantes en el campus (cuando digo campus estoy siendo generosa, es una construcción lego, ya lo he dicho), pero ni rastro de vida intelectual. No, el tofu no cuenta como elemento vivo. Luego empiezan las clases y la gente está más tranquila que nunca. No importa que hayamos perdido una inmensidad de clases y que los exámenes estén al caer… yo me levanto y me emparejo las rastas. Claro que si, con calma. Una semana antes no saben cuándo y dónde es el examen. Pero donde si se muestra el verdadero espíritu de Artes des Espectáculo es en las exposiciones orales. Ejemplo de una exposición al tuntún sobre Béla Balázs:

«Eeeehm… Béla Balázs, oui… eeehm oui, c’est ça… lui eeehm (mueve los papeles grasientos que tiene entre las manos) … sa théorie… lo gros plan, oui. C’est fini» 

Mola. Lo que más me gusta de la facultad es que tenemos profesores con nombres como Mouluod Boukala o Massaoui… cuando todo el mundo sabe que Massaoui está siendo juzgado en Estados Unidos debido al 11S. Y la tía (sí, os han engañado, Massaoui es mujer aunque no lo parezca) no se pierde una clase, oigan. Eso se llama disponibilidad.

En el campo del amor también tienen sus cosillas. Están continuamente ocupados, pues cada cierto tiempo (esto es como cíclico) necesitan sexo y claro, hay que buscarlo. Por eso organizan jornadas de caza donde se sale a matar. Les gusta el ron blanco que es lo más asqueroso que existe en el mundo. No se si influenciará en sus eyaculaciones, pero algo malo debe causar. Su vocabulario del amor es diferente al nuestro. En realidad es más bonito, pero demasiado amplio para ciertas cosas y demasiado reducido para otras. Georgen se enfada porque las chicas francesas le marginan y no quieren jugar con él. En Austría son mucho más calentonas, por eso le gusta tanto su país. Los franceses son feos en su mayoría y algunos muy muy espesos, pero su idiosincrasia es particular y te puedes reir mucho si tienes al lado una Princesa del Pop que entienda tus bromas. En general las chicas francesas, y sobretodo las lyonesas, no causan muy buena impresión. Mis experiencias en este campo no son del todo satisfactorias puesto que me rodeo de varones como la mayoría de los y las extranjeros que se relacionan a su vez con autóctonos. 

Dejaré para otro día la descripción documental de los individuos aqui conocidos. Estarían todos, Evita, Doctor Mabuse, Flora, Luc/Lug, Tofu, Apolinarda, Jazz, Ludo y tantos otros que nos han hecho deleitarnos en este año de rarezas.  

P.D. Este post lo hago desde el odio y la incerteza de saber si llegaré a terminar algún trabajo o a aprobar algún examen. No odio, sin embargo, ni a este país ni a sus gentes.              

PUERCA-PORCINA

En esta vida hay mucha gente puerca porcina. Ahora me considero uno más entre ellos.

Ei, y que yo he sido grande, eh. Que hubo épocas en las que me encerraba en la biblioteca y no salía, eh. Atención, eh. A lo que me dedico ahora no tiene desperdicio. Me dedico a levantarme a las 12 del mediodia maldiciendo como si fuesesn las ocho. Me dedico ha hacer tres cuartos de hora en diversos transportes públicos para llegar a la uniersidad y no entrar a clase. Y me tumbo al sol a comer. Y me voy. Y llego a casa, porcineo, y me vuelvo a ir a Lug/Luc para que me miren mal como todas las semanas por no tener en mi haber un cofre lleno de películas para que ellos se revuelvan como puercos en una charca. ¿Y qué más? Pues vuelvo otra vez a casa y vuelvo a comer bellotas. Y veo dos capítulos de la telenovela esa de puercos y puercas.

Y vuelta a empezar.

¿Y qué ocurre con Nanouk el esquimal? ¿Es que él no tiene derecho a que le respeten como parte del temario que debería estar estudiando? ¿Y qué pasa Jose Luís Guerín? ¿No debería honrar su película viéndola entera? ¿Y no debería respetarme a mí misma y dejar de sentir que tiro por la borda todo una tradición académica respetable? ¿Por qué me autodestruyo y me revuelco en el fango?

Sin embargo ahora me encuentro encantada con el artista antes conocido como Georgen porque desde que vino de Córcega está de lo más amigable. Incluso pasamos los castings para ir de excursión con él, nos mezcla con sus amigos y nos hace la comida. Lo único que le duele es dejarnos sus cascos para hablar por el Skype que, por cierto, es la monda lironda. Es un personaje encantador que me llevará a Austria si no encuentro un trabajo de porcinadora en la costa. Total, qué más da hacer la puerca aquí o en Austria… Pero no nos engañemos, sigue siendo Georgen y, por lo tanto, no escapa tampoco a ser juzgado como gran figura de la neo-porcidaneidad.

Y mi habitación huele a restaurante chino más que nunca. Empieza a apestar un poco a Hong Ha. Hoy tenemos dos cumpleaños, el de Martin y el de Quentin. A uno le regalamos el Monopoly Lyon y al otro un CD de Ben Harper, un papagayo rosa que es un boli (es cierto… lo elegí yo, no hace falta que te arrodilles para darme las gracias) y unos calzoncillos azules con naranjas (¿qué pasa?¿que no lo pillas? tio, naranjas por Valencia… mira que eres corto).

Dios, qué peste a restaurante. 

Un chico me ha dicho que idealice mi presente el año que viene. Y es un chico muy listo al que voy a hacer caso. Prometo dejar atrás mi etapa puerca-porcina que tantas alegrias me da/dió para empezar otra distinta en el que espero parecerme a un animal un poco menos sucio. Pero déjame que te lo cuente dentro de algunos meses porque ando un tanto perdida y no se si quiero dos patas, cuatro o ninguna.

Es como decidir ahora si quieres ser la femme fatale, el detective o el capo mafioso dentro de un film noir. Anda, eso depende de cómo vea yo el Código Hays cuando llegue. A todo esto… ¿cuando llegue cuándo? Tanta incerteza me mata.

Por ahora lo unico que sí es cierto es que como no resuma las hojas que me quedan y que me hablan desde el lado izquierdo de la mesa, voy a ir directa al matadero de cerdos.

   

HONG HA

He leido mi horoscopo en el periódico del metro y, cosa extraña, he conseguido entender todo lo que me decía. Y para rizar el rizo, eran todo cosas buenas. No voy a entrar a cuestionar la fiabilidad de los periódicos gratuitos, pero si por una cosa valen la pena es por sus horóscopos. Esta vez (como todas, por otra parte) no me lo he creido. Cierto es que mi natural tendencia hacia la negatividad me impide creer en (cito textualmente) todo lo bello que me rodea y en que mi salud que está mejor que nunca. Así que me he dejado de historias y he dirigido mi atencion hacia algo mucho más mundano… chicos, Paris Hilton tiene nuevo novio heredero, rico y griego.

Y me he dado cuenta de la cantidad de recuerdos que he acumulado desde que llegué. 

He pensado en todos los estadios por los que hemos pasado. Y no ha sido una recapitulación de despedida porque por ahora no pienso irme a ninguna parte, no tengo fechas ni billetes. Cosa que es un alivio. Porque si algo he aprendido a odiar desde que me vine son las fechas. Esas que ves que de aproximan desde lejos pero que nunca llegan (hasta que lo hacen claro). Bueno, en cierto modo sí me he despedido porque he sentido ciertas etapas como ya acabadas, como experiencias que quedan lejos. Porque me he parado a pensar todo lo que ha pasado, en qué punto vinimos. Y me he hecho una idea de en qué punto nos iremos. Un montón de imágenes me han pasado por delante, todas igual de intensas y todas igual de raras. Como si no hubiese sido yo.

Ahora me parece increible que llegásemos, que sobreviviésemos a las primeras semanas. El Bloque Soviético. Los mosquitos, los mermoziens, el taboulé, los primeros días de universidad, el primer encuentro con Hassan, Martin y MiBarrio, ESDES. Una vez en nuestro Dúplex todo se encadena, Georgen y el primer día en que nos decepcionó, Georgen sin pelo, Georgen y la la excursión, Georgen y… (basta, no monopolices cerdo), casa de Pierre, casa de Martin, las suecas, las primeras historias de amor bonitas, las feas también, esa primera cremaillère, Gloria y Maria, los excesos alimenticios, otro tipo de excesos, los mecs, el locutorio, Cluny, Chaplin, la madame, Santi y Lucia. Segunda etapa Hassan, la más dura de todas: rachazados por el mundo inmobiliario, deudas, desayunos en la Opera, gritos, mononucleosis, compañías de gas, Despedidas. Pero también lecturas satisfactorias, salidas, Simón. Por fin, la rue St Jean y todo lo bueno que nos trajo. Salud mental y física, conversaciones hasta la madrugada, darnos cuenta del tipo chungo que eres (si, te lo digo a tí Georgen), «equilibio», inactividad, best sellers, Paula, no presión, fiestas que se hacen solas, panaderias (y panaderas, sin menospreciar a las italianas). Bueno, y yo qué se que mas…

Supongo que son las personas las que hacen los sitios. Y ya hemos dicho adiós a unas cuantas. Pero Lyon sigue en su donde antes, preciosa, más viva que nunca (ya dije que esta ciudad es mujer). Por lo menos ella no se va a mover. Y entonces caminas y miras hacia arriba y te acuerdas de alguien. O cruzas un puente y te acuerdas de otro alguien. O te acuerdas porque quieres. Sin nostalgia, porque el tiempo pasa y hay que adaptarse. Cuando pensabas que algo estaba a punto de acabarse siempre llegaba cualquier cosa que te hacía ligeras las transiciones. Ahora no tengo esa sensación, pero de todas formas el tiempo sigue su curso y no voy a ser yo la que se quede parada. Quién sabe lo que puede pasar. Ya lo dije, me queda bastante margen de acción.

Es lo que tienen las fechas. Sabes que van a llegar, pero solo treinta minutos antes eres consciente de que todo se acaba. Treinta, no más. Y ya estoy siendo generosa, fíjate.

Hong Ha es el nombre del restaurante chino que está al lado de casa.

Es a lo que huele mi habitación cuando abro la ventana del balcón.